Cada noche te espero y no llegas.
Mis pies, fríos como el hielo,
se deslizan entre las sábanas
buscando en un vacío que se
antoja eterno.
Y en el vacío solo hay una opción:
soñar despierto.
Soñar hasta que el cansancio
vence a la esperanza,
el vacío se convierte en profundo
y la oscuridad rodea al sueño
que se desvanece en el olvido.
Hasta que caes en un precipicio
que parece no tener fin,
donde palpas a ciegas la nada,
donde el silencio es hiriente,
donde no se derraman lágrimas
porque ya no quedan por derramar.
Y pasan los días y caes.
Y pasan las semanas y caes.
Y pasan los meses y los años… y
caes.
Caes cada noche,
caigo cada noche
mientras te espero y no llegas,
con los pies fríos como el hielo
y el vacío abrumador clavándose
sin piedad.
2
de gener de 2015
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