Alargas tu brazo
poniendo tu blanca mano frente a mí.
La observo.
Parece decir: tómame.
Pero no la tomo.
Subo mi mirada a ella y inicio un viaje.
Sí, cabalgo con la mirada por tu brazo
hasta llegar a ese rostro que,
con cara pícara,
me regala una sonrisa
que fascina y embriaga,
que contagia y que inspira.
poniendo tu blanca mano frente a mí.
La observo.
Parece decir: tómame.
Pero no la tomo.
Subo mi mirada a ella y inicio un viaje.
Sí, cabalgo con la mirada por tu brazo
hasta llegar a ese rostro que,
con cara pícara,
me regala una sonrisa
que fascina y embriaga,
que contagia y que inspira.
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